Sandalio Ramírez del
Toro fue el primer cenaguero en viajar a la extinta Unión Soviética en 1961,
para formarse como técnico mecanizador algodonero. Tal proposición, sin
embargo, casi le cuesta la vida durante la invasión mercenaria por Playa Girón
En abril de 1961,
la familia Ramírez del Toro, como muchas otras del humedal matancero, se
refugió en las entrañas de la Ciénaga de Zapata para evadir las
agresiones que los mercenarios infligían a la población del lugar.
Sandalio, uno de
los hijos del matrimonio cubano-canario, rondaba los veinticuatro años y ya
figuraba entre los primeros cubanos en viajar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
para aprender nuevos saberes y engrandecer así, la Patria recién emancipada.
Ante el aviso
fallido de que la agresión había culminado, salió del bosque, y tras la
delación de un lugareño, fue hecho prisionero por los invasores. Pues, ser el
primer cenaguero en partir a la Unión Soviética, lo hacía un enemigo potencial.
Apunta que en el momento
oportuno, precisamente cuando las metrallas inundaban su siempre cielo azul,
escapó de los mercenarios.
“Decir en aquel
entonces que uno estaba próximo a partir a las Repúblicas Soviéticas, era, sin
lugar a dudas, `una cosa mala´, era relacionarte con el Comunismo. Por eso,
cuando me delataron casi, casi que me cuesta la vida.
“Acepté la
interrogante sin miedos, no solo era el joven Sandalio, sino el Sandalio que
sabía qué y quién deseaba ser. Hoy, además, soy militante del Partido Comunista
de Cuba desde la década del setenta”.
Al declararse la
victoria revolucionaria, su viaje ya era una certeza, una certeza que muchos
catalogaron de locura, o mejor, un verdadero peligro.
“Nunca imaginé
salir de la Ciénaga, y menos llegar tan lejos. De paso
algunos se acercaban con disímiles criterios a raíz de la propaganda
antisoviética de la época. `Hombre´, me decían, `mira que vas a regresar, pero
nada menos que enlatado, no te das cuenta que allá se necesitan hombres, porque
cuando la guerra se acabaron´.
“Entonces este
guajiro cenaguero tomó la palabra: `mira lo que yo sé es que a mi me dijeron
que yo voy a estudiar, y voy a estudiar´. Y el tiempo me dio la razón. Fui a
estudiar, terminé y regresé sin ningún tipo de problema”.
Se formó en la República Socialista Soviética de Uzbekistán, en la Escuela de Mecanización de
la Agricultura
de Konkand, como técnico mecanizador algodonero entre 1961y 1962.
Allí, existió la
propuesta de forjarse como aviador, pero se negó porque el terruño necesitaba
agricultores. Más tarde, también surgió la oferta de perfeccionar su oficio en la República Popular Democrática de China, solo que
la nostalgia pesaba sobre la piel del entonces joven profesional
revolucionario.
Ya en la Isla laboró en varios
municipios y provincias. Se casó con una cienfueguera, a la que también enseñó
a amar al Humedal, y ambos, con sus cinco hijos, seis nietos y dos bisnietos
residen en el poblado cenaguero de Cayo Ramona.
“Llevo setenta y cinco años
en la Ciénaga de Zapata, aquí nací y hasta ahora creo que
lo que me falta lo voy a terminar aquí”, argumenta. Solo que Sandalio Ramírez
todavía marca el futuro para esta tierra de suelos pedregosos y de alta
salinidad, con la concreción de un proyecto familiar, una finca de frutales: un
Oasis en medio de la Ciénaga matancera.
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