miércoles, 5 de septiembre de 2012

“Cuando se supo que yo iba para la Unión Soviética casi me cuesta la vida”



Sandalio Ramírez del Toro fue el primer cenaguero en viajar a la extinta Unión Soviética en 1961, para formarse como técnico mecanizador algodonero. Tal proposición, sin embargo, casi le cuesta la vida durante la invasión mercenaria por Playa Girón

En abril de 1961, la familia Ramírez del Toro, como muchas otras del humedal matancero, se refugió en las entrañas de la Ciénaga de Zapata para evadir las agresiones que los mercenarios infligían a la población del lugar.
Sandalio, uno de los hijos del matrimonio cubano-canario, rondaba los veinticuatro años y ya figuraba entre los primeros cubanos en viajar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas para aprender nuevos saberes y engrandecer así, la Patria recién emancipada.
Ante el aviso fallido de que la agresión había culminado, salió del bosque, y tras la delación de un lugareño, fue hecho prisionero por los invasores. Pues, ser el primer cenaguero en partir a la Unión Soviética, lo hacía un enemigo potencial.
Apunta que en el momento oportuno, precisamente cuando las metrallas inundaban su siempre cielo azul, escapó de los mercenarios.
“Decir en aquel entonces que uno estaba próximo a partir a las Repúblicas Soviéticas, era, sin lugar a dudas, `una cosa mala´, era relacionarte con el Comunismo. Por eso, cuando me delataron casi, casi que me cuesta la vida.
“Acepté la interrogante sin miedos, no solo era el joven Sandalio, sino el Sandalio que sabía qué y quién deseaba ser. Hoy, además, soy militante del Partido Comunista de Cuba desde la década del setenta”.
Al declararse la victoria revolucionaria, su viaje ya era una certeza, una certeza que muchos catalogaron de locura, o mejor, un verdadero peligro.
“Nunca imaginé salir de la Ciénaga, y menos llegar tan lejos. De paso algunos se acercaban con disímiles criterios a raíz de la propaganda antisoviética de la época. `Hombre´, me decían, `mira que vas a regresar, pero nada menos que enlatado, no te das cuenta que allá se necesitan hombres, porque cuando la guerra se acabaron´.
“Entonces este guajiro cenaguero tomó la palabra: `mira lo que yo sé es que a mi me dijeron que yo voy a estudiar, y voy a estudiar´. Y el tiempo me dio la razón. Fui a estudiar, terminé y regresé sin ningún tipo de problema”.
Se formó en la República Socialista Soviética de Uzbekistán, en la Escuela de Mecanización de la Agricultura de Konkand, como técnico mecanizador algodonero entre 1961y 1962.
Allí, existió la propuesta de forjarse como aviador, pero se negó porque el terruño necesitaba agricultores. Más tarde, también surgió la oferta de perfeccionar su oficio en la República Popular  Democrática de China, solo que la nostalgia pesaba sobre la piel del entonces joven profesional revolucionario.
Ya en la Isla laboró en varios municipios y provincias. Se casó con una cienfueguera, a la que también enseñó a amar al Humedal, y ambos, con sus cinco hijos, seis nietos y dos bisnietos residen en el poblado cenaguero de Cayo Ramona.
“Llevo setenta y cinco años en la Ciénaga de Zapata, aquí nací y hasta ahora creo que lo que me falta lo voy a terminar aquí”, argumenta. Solo que Sandalio Ramírez todavía marca el futuro para esta tierra de suelos pedregosos y de alta salinidad, con la concreción de un proyecto familiar, una finca de frutales: un Oasis en medio de la Ciénaga matancera.
 

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