El béisbol es una pasión para casi todos
los cubanos. Entre los apasionados, hay nombres que marcan su esplendor, entre
ellos encontramos el del matancero Bárbaro Pérez García, quien desde su condición
de activista ha participado en la formación de varias generaciones de
profesionales
Bárbaro Pérez García es uno
cubano como tantos, pues al igual que la inmensa mayoría de los habitantes de la Isla, confiesa que únicamente
después del amor que profesa a su familia, ubica su sentir por el deporte
nacional, el Béisbol.
Solo que este matancero ha
dedicado la mayor parte de su vida a enseñar y promocionar el juego entre
cientos de pequeños y jóvenes, muchos de ellos hoy glorias del deporte
revolucionario cubano.
Es este uno de los rasgos que
le identifica entre los apasionados, y por el que amigos y discípulos, entre
ellos Félix Isasi, Rosique, el Curro Pérez (hijo), acudieron al homenaje que le
propiciara el Museo provincial Palacio
de Junco y la Dirección del INDER, ahora en sus ochenta años
de vida.
Nació en la barriada de Pueblo
Nuevo, tan solo a una cuadra del Palmar de Junco,
el estadio en activo más antiguo del mundo, lugar en el que por vez primera se
jugó el béisbol en Cuba de manera oficial y registrada por la prensa de la
época.
Olga Lidia González y Faustino
Gómez, ambos investigadores del Museo, apuntan en su reseña Un Matancero dedicado al deporte, que
el pequeño Bárbaro tuvo que agenciarse alternativas para ver jugar a los
grandes en el estadio matancero, ya que la entrada económica de su familia, era
insuficiente para costear las entradas de los partidos.
Entonces surgieron inventivas entre la
muchachada del barrio deseosa de ver y jugar pelota. “Ayudaban al administrador
del Palmar de Junco a limpiar y sacar la basura a cambio de poder jugar al
flojo los lunes y viernes después de la cinco de la tarde con un equipo formado
por algunos médicos de la ciudad”.
Con 17 años comenzó a trabajar,
es cierto todavía era tiempo de incorporar saberes, pero las limitaciones de la
época y del hogar impusieron el oficio. No obstante, su pasión continuaba
intacta, alternada entonces con las jornadas laborales.
Al triunfo de la Revolución se vinculó a
los Juegos Deportivos de los Trabajadores, desde el nivel municipal hasta el
nacional. Se desempeñó como entrenador de equipos escolares, juveniles y de
primera categoría en la zona occidental.
Hoy, con 80 años, funge como
administrador del área infantil El
Béisbolito, de ahí que sea común verle tempano en su bicicleta camino al
lugar, o encontrarlo en su otra misión, entrenando a niños entre las edades de
siete y hasta diez años.
Reconocido por el museo
provincial, institución que ha incluido entre sus fondos objetos y fotografías
vinculadas a su trayectoria, dijo sentirse profundamente emocionado ante los
gestos de agradecimientos de compañeros y representantes del Comité municipal
del Partido y la Asamblea
del Poder Popular de la ciudad de Matanzas.
Ante la interrogante del
resurgimiento de los Cocodrilos, aclaró que “no parece, sino que es el
resurgimiento” gracias al empeño de Víctor Mesa, pero también gracias al
trabajo precedente, el que hoy continúa “hay que ir al Palmar de Junco para ver
la calidad de los que vienen atrás”.
¿Alguna
consideración especial al dedicar tantos años a los pequeños?
Solo decir que es una tarea hermosa. Ser activista
entre los pequeños me hace sentirme creador. Es todo lo que he hecho en mi
vida, por eso después del amor que le profeso a mi familia, ahí está el
Béisbol, puede decirse que es mi segundo amor.
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