miércoles, 7 de noviembre de 2012

Así somos los jóvenes cubanos de hoy…

“Pero, ¿qué sobrevendrá? Eso se verá cuando haya crecido una nueva generación…y cuando esas generaciones aparezcan, enviarán al cuerno todo lo que nosotros pensamos que deberían hacer. Se dictarán a sí mismas su propia conducta, y, en consonancia, crearán una opinión pública para juzgar la conducta de cada uno. ¡Y todo quedará hecho!”. 

Así decidí comenzar una tarea de Periodismo cuando estaba en cuarto año de la carrera de Comunicación Social. Encontré original citar un texto de Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, segura de que a nadie se le ocurriría. Y fue así, solo que las críticas se abalanzaron sobre mí por resultar ser un poco “metratancosa”. Pero confieso algo, esa frase me gusta, creo que tiene mucho sentido, actualidad y razón, porque nosotros, la nueva generación, hacemos las cosas a nuestra manera. 
El futuro siempre es dibujado de disímil manera por quien lo augura, pero coinciden elementos en común como son la esperanza y el cambio. Engels creía en el poder transformador de la juventud y su capacidad para construir un mundo diferente sobre la base de sus propias reglas; el Che confiaba en el hombre nuevo, el hombre del siglo XXI; y Tomás Moro intuía que la juventud debía formarse sobre la base de las buenas costumbres, alejada de los vicios. 
Pero, nosotros, la juventud de hoy, ¿acaso somos lo que se pensó que seríamos? Cincuenta y tres años después del triunfo de la Revolución cubana, después de haber crecido ante las dificultades y problemas generados como consecuencia del período especial, el bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos y la crisis económica mundial, por solo citar algunos de los elementos de mayor impacto en nuestras vidas ¿cómo se puede describir a la juventud cubana?
 No comparto la afirmación de quienes han vivido un poco más y refieren que todo está perdido. Si lo hiciera, estaría echando tierra a mi generación y a mi convicción de que la raíz de los problemas actuales se descubre más allá de la pura superficialidad conque la dibujan algunos. Asumir la vanguardia del momento histórico en el que se vive constituye un compromiso de los jóvenes de todos los tiempos, relevos indispensables en la construcción de una nueva sociedad, capaz de asimilar los cambios de mentalidad inherentes al desarrollo. Los abuelos, los padres y las escuelas, son los encargados de convertir a los niños en los jóvenes y hombres que defenderán las conquistas pasadas y que harán las suyas propias. 
Si bien, no es posible bañarse dos veces en el mismo río, tampoco lo es pensar que mi generación es igual a la pasada y lo será a la futura. Observo cada día como, incluso, los menores que yo, solo por tres o cuatro años, no se asemejan en nada a mí, y que los jóvenes de La Habana son aún más diferentes que los del resto de las provincias. 
Hoy existe un marcado interés por la creación de espacios identitarios bien segmentados, por lograr una identificación y encontrar un lugar donde te acepten tal cual eres. Los freakes, los mickys, los punk, los repas y los rockeros..., todo un arsenal de nombres que nada tienen que ver con nuestras raíces, sino con una moda encargada de reproducir culturas y modos de vivir de otros lugares, solo constituye el reflejo de una época diferente y de una manera distinta de pensar y de exteriorizar nuestras ideas y gustos. Pero más allá de los estereotipos y de la apariencia física que se desee proyectar, el interior de cada joven es semejante, pues confluyen elementos comunes como son los sueños, las esperanzas, la energía necesaria para actuar y la valentía suficiente para defender nuestras opiniones. 
Aunque repetimos desde pequeños seremos como el Che, creo que más que reproducir un lema, debemos inculcar a los más pequeños que se interesen por saber quién fue realmente Guevara, qué hizo, y por qué deberíamos esforzarnos por ser como él. No se trata de llevar un pullover, una gorra o un collar con su imagen estampada, sino de sentir que realmente estamos identificados con una causa o una ideología que trasciende nuestro pequeño territorio y se extiende a todo el mundo. 
Hoy, puedo manifestar mi entusiasmo, pese a cierto pesimismo, por el hecho de percibir las ganas de hacer y construir ese mundo mejor, ese socialismo soñado y por el que tanto se ha luchado. Me enorgullezco de pertenecer a esta época y a esta Cuba, y sé que falta mucho por hacer y mucho por cambiar, pero eso no depende del paso de otros 50 años, sino de todo el pueblo y su gobierno. 
 Quizás, no somos exactamente como nos imaginaron nuestros antecesores, pero tampoco ellos sospecharon de la existencia de Internet y de otras tecnologías que nos asombran cada día. Puede decirse que la juventud nuestra es heterogénea, creativa, revolucionaria, sacrificada, capaz de asumir los nuevos retos y tareas de las Revolución. Pero añado, la nueva generación de estos días exige tener mayor protagonismo, no quiere tener más frenos ante sus ideas novedosas y requiere que se escuche su voz. Estamos conscientes de que necesitamos ser guiados, y por ello demandamos de la experiencia y confianza de los mayores. 
Si ser juventud implicó en su momento enarbolar las ideas del maestro y erigirse en jóvenes del centenario, en este momento, ser juventud significa estar a la altura del momento histórico y dejar a un lado la pasividad y la indiferencia para poder llevar a cabo una verdadera Revolución “con todos y para el bien de todos”.

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