Soy de las que apuestan por Santa María del Porvenir, la novela cubana de turno la que al parecer nos vino a rescatar de improvisadas y reíbles producciones. A la vista se observa el interés de sus realizadores de imponer un sello de exquisitez y de seducir al público de la Isla desde los artilugios de la dramaturgia, aspiraciones que no por necesarias relucen o fructifican en la pantalla nacional.
Para tales pretensiones acudieron a una línea, quizás, distintiva de su director, Rolando Chiong, el costumbrismo, ahora de los años 50 en un pueblo imaginario geográficamente ubicado en la provincia de Matanzas.
Solo
que la interrogante es y será si la receta de Chiong y su equipo
funcionará, la de retomar nuevamente el género costumbrista, luego de
situarse en los hogares cubanos seriados más cercanos a la vida de hoy,
algunos con más o menos suerte en la teleaudencia.
La
respuesta la tendrá el público natural del espacio, quien o quienes aún
se acomodan a la historia y al detalle visual que impone la época. No
obstante, debe acotarse el relieve del trabajo de ambientación y
contextualización de los personajes, ya que a toda costa y pese a las
limitaciones económicas del audiovisual en nuestro país, en Santa María
del Porvenir se respiran los 50.
Es
cierto, siendo una tragicomedia, a veces la risa no fluye del todo,
pero aún soy de las que apuestan por ella, ¿por qué?... porque acoge un
buen argumento, el que va al pasado para revitalizar ya en la
contemporaneidad al cubanísimo programa San Nicolás del Peladero, y a la vez, continúa el mito de Marilyn Monroe. Además, reconsidera la cultura de masas como parte social y cultural de la nación, al recurrir a la radionovela El derecho de nacer y a las expectativas de los cubanos y cubanas con la llegada de la televisión.
En
fin, estos ingredientes unidos a situaciones típicas del “realismo
mágico”, hacen de la trama la ensalada ideal para la comedia, el humor…
pero falla algo, algo no engrasa bien.
Entonces,
dónde se hallan las disonancias, ¿en el género seleccionado o en las
situaciones garciamarquianas?, ambos precisamente dirigidos para un
público tradicional, el que ya de por sí ha demostrado distancia con
otros propósitos audiovisuales como lo fue en su momento Diana.
En tanto continúa Santa María del Porvenir, y por supuesto, el Centro de Investigaciones Sociales del ICRT tendrá
la última palabra de la factibilidad de la receta de Chiong y su equipo
de realizadores, no obstante, ahí está mi voto de confianza al tratar
de crear con marcada excelencia, y también, por asumir el riesgo de lo
diferente dentro de un formato y espacio marcado por lo convencional.
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