El escultor cardenense Julio Zamora (Nani) acaba de terminar una estatua a tamaño natural del guajiro pinareño que dio nombre a la única marca de puros de alta calidad, Alejandro Robaina, quien falleció en el 2010, luego de ser declarado “Hombre Habano” y recorrer el mundo tras la imagen de este rublo cubano, típico de nuestra cultura e identidad.La obra será inaugurada en el contexto de la 33 edición de la Feria Internacional de Turismo (FITCUBA 2013) con sede en Varadero, del 7 al 10 de mayo, en el Centro de Convenciones Plaza América.
Con cierta similitud al Lennon de La Habana en cuanto técnica y estilo, el Robaina de Nani tributa a la memoria del reconocido productor tabacalero, quien en sus años mozos participó en la lucha contra la dictadura de Batista, y ya en la época revolucionaria retomó el cultivo del tabaco, una tradición familiar heredada de su abuelo español.
Desde entonces, trabajó en función de obtener hojas de calidad, e inmerso en destacar las exclusividades del puro cubano visitó naciones e intervino en eventos, de los cuales se recuerda su manera campechana de hombre de campo.
Cuentan que hallándose en una tienda especializada le preguntaron por qué al tabaco cubano lo atacaban los bichos y al obtenido en determinadas naciones europeas no. Robaina miró sereno a su interlocutor y dijo entrecortado “porque los bichos no comen mierda”. Seguido, apareció en su rostro una sonrisa discreta y dio unas palmadas sobre el hombro izquierdo del curioso.
Recomendaba conservar y mejorar la tierra, para que ésta adquiriera las características necesarias para el desarrollo de la planta. Abogaba por el uso de posturas con calidad, y por supuesto, consideraba que el toque final lo determinaba el esmero puesto en el cultivo, en eso creía y así lo hizo saber a sus coterráneos.
Con cierta similitud al Lennon de La Habana en cuanto técnica y estilo, el Robaina de Nani tributa a la memoria del reconocido productor tabacalero, quien en sus años mozos participó en la lucha contra la dictadura de Batista, y ya en la época revolucionaria retomó el cultivo del tabaco, una tradición familiar heredada de su abuelo español.
Desde entonces, trabajó en función de obtener hojas de calidad, e inmerso en destacar las exclusividades del puro cubano visitó naciones e intervino en eventos, de los cuales se recuerda su manera campechana de hombre de campo.
Cuentan que hallándose en una tienda especializada le preguntaron por qué al tabaco cubano lo atacaban los bichos y al obtenido en determinadas naciones europeas no. Robaina miró sereno a su interlocutor y dijo entrecortado “porque los bichos no comen mierda”. Seguido, apareció en su rostro una sonrisa discreta y dio unas palmadas sobre el hombro izquierdo del curioso.
Recomendaba conservar y mejorar la tierra, para que ésta adquiriera las características necesarias para el desarrollo de la planta. Abogaba por el uso de posturas con calidad, y por supuesto, consideraba que el toque final lo determinaba el esmero puesto en el cultivo, en eso creía y así lo hizo saber a sus coterráneos.
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