jueves, 12 de septiembre de 2013

Hablar de género…



Las etiquetas o estereotipos no son lo que distinguen o identifican a las personas si no sus virtudes, capacidades, sentimientos, inteligencia…No se trata de una lucha entre hombres y mujeres, sino de lograr vivir en armonía sobre la base del respeto y la igualdad de derechos.  

Hace días conversaba con mi novio sobre la igualdad de género en Cuba, un tema con muchas miradas como personas existen.

Todo inició cuando referí que estaba cansada de las actitudes machistas de algunos hombres, y de escuchar, a menudo, muchas canciones llenas de estereotipos y prejuicios donde la mujer solo es vista como un mero objeto al servicio del hombre.

Claro, el me señaló el hecho de que en Cuba la mujer ocupa un papel esencial en la sociedad, y que el machismo era ínfimo si lo comparaba con otros países.

El hecho es que la mujer, a pesar de demostrar a diario sus capacidades, resulta víctima de constantes discriminaciones por ocupar puestos que históricamente se han asociado a los hombres, o desempeñar actividades que requieren de mucha fuerza.

Pero ¿quién determinó el sexo de los oficios o las profesiones? ¿Acaso no existen mujeres con la misma o mayor fuerza que determinados hombres? ¿Por qué persistir en pleno siglo XXI con comportamientos tan inapropiados e injustificados?

Las sociedades patriarcales siempre han tratado de imponer barreras al sexo femenino, limitar sus potencialidades para hacerles creer a las mujeres de que son seres inferiores y, por ello, le deben obediencia.

Deporte, carros y sexo, temas universales de hombres no pueden ser parte de la agenda de una mujer porque entonces son tildadas de “marimachas” o incapaces.

Frases como “las mujeres no saben manejar”, “ellas no saben nada de pelota o fútbol”, incluso el llegar a creer que las mujeres no tienen derecho al disfrute pleno de las relaciones sexuales son criterios machistas que se aprecian a diario.

Lograr una sociedad igualitaria, donde existan las mismas oportunidades para hombres y mujeres no puede ser solo una utopía.

Las etiquetas o estereotipos no son lo que distinguen o identifican a las personas si no sus virtudes, capacidades, sentimientos, inteligencia…No se trata de una lucha entre hombres y mujeres, sino de lograr vivir en armonía sobre la base del respeto y la igualdad de derechos.



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