martes, 5 de noviembre de 2013

Los yumurinos ¿inmensamente ricos o medianamente pobres?

Caminar las calles de la ciudad de Matanzas en su aniversario 320 y con el nuevo título de Monumento Nacional, implica para visitantes o citadinos una interrogante: ¿qué hacer para proteger y rescatar sus bienes inmuebles de alto valor? O mejor, ¿cómo entender la gestión de su patrimonio desde una visión de sostenibilidad que la favorezca a sí misma, a sus residentes, y en lo fundamental corresponda a las estrategias de desarrollo que demanda la economía cubana?
Como ya se ha dicho, tal condición abre nuevas puertas a su protección patrimonial. Explica el Historiador de la Ciudad, el Doctor Ercilio Vento Canosa, que representa un acto de reconocimiento que conlleva obligaciones tanto para el gobierno local como para la propia nación, a la vez que facilita un marco jurídico para regular, conservar y rehabilitar el entorno urbanístico. De ahí que se interprete por los especialistas como un “paso inicial y prioritario” en función de los valores arquitectónicos e intangibles de la urbe.

Y es que se cuantifican daños considerables y dolorosos. Lo ejemplifica el hecho de seleccionar como área a Monumento Nacional 67 manzanas de los barrios de Matanzas y Pueblo Nuevo, es decir, solo el 25 por ciento del centro histórico urbano yumurino, demarcado a inicio de los noventa por la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos.

“El deterioro ha avanzado, lo tenemos en el propio centro de la ciudad y en sentido general responde a transformaciones debido al escaso control urbano”, puntualiza la Doctora en Artes Alicia García Santana, coordinadora de la Guía de Arquitectónica y Paisaje de Las Villas y Matanzas.

Otro factor que incide en la conservación de los inmuebles ha sido los “olvidos y voluntarismos institucionales”, los que han permanecido solapados y aceptados ante el inexorable paso de los años, las limitaciones económicas sufridas por el país y la prolongación de un modelo de gestión insuficiente, sostenido sobre las entidades de la cultura.

“Es doloroso, pero hay que reconocerlo: las instituciones no rescatan, no conservan o reparan a tiempo, para más tarde incurrir en costosas inversiones capitales. Debemos aprender a exigir a los organismos poseedores de inmuebles patrimoniales lo que la ley contempla”, añade Vento Canosa.

En cambio, hoy apostar por la recuperación en tiempos post declaración Monumento Nacional resulta un proyecto provechoso y para nada arriesgado.

Alternativas para el patrimonio edificado matancero

Algunos yumurinos han recibido el nuevo título con ambigüedad o pesimismo, mientras otros lo interpretan como ese “vaso medio lleno” del que saldrán acciones concretas para la conservación.

Y es que no todo está perdido, explican los especialistas, y sostienen que ninguna de las transformaciones efectuadas modifica el conjunto urbano heredado, y que la mayor riqueza de la Atenas de Cuba radica en su totalidad, comprendida desde su entramado de edificaciones en plena armonía con su entorno natural.

A partir de ahora se remarca aún más la urgencia de una estrategia o modelo de gestión certero para la conservación y protección de sus bienes, porque en tal sentido Matanzas se ha quedado rezagada.

“Si echamos una mirada al contexto nacional ha avanzado Cienfuegos, Ciego de Ávila, Bayamo, Santiago de Cuba, en fin, en casi todas se progresa, menos aquí. Quizás, de ahí se desprende la actitud de algunos matanceros, para quienes resulta evidente lo que otros pueden hacer, mientras ellos carecen de un programa coherente para su centro histórico”, enfatizó Alicia García Santana, quien también integra la Comisión Nacional de Monumentos.

“Yo, por mi parte, soy de los optimistas y creo que a Matanzas no le queda otra opción que forjar un grupo de trabajo como eje central para dirigir todos sus esfuerzos, porque el manejo de una ciudad es una actividad especializada que no depende de voluntades, sino de estudios que deriven soluciones y sobre la base de propuestas consensuadas con las autoridades.

“En el caso matancero sucede algo en particular: se dispone del personal técnico capaz para enfrentar la tarea, un aspecto que en otros escenarios complicaría el asunto. Aquí, en cambio, sobran las personas con el nivel necesario”.

Retos de estos tiempos para una ciudad colonial

“Sin lugar a dudas, la condición de Monumento Nacional nos abre nuevas puertas, en lo fundamental para ir hacia la sostenibilidad, donde ya se han dado pasos”, sostiene Vento Canosa. “Por ejemplo, se rescató la cueva de La Campana y se recupera uno de los espacios fundacionales de la ciudad, lugares en los que se pretenden acciones de retroalimentación económica.

“El Sauto podrá recuperase con todo su esplendor y originalidad, y se suman otros proyectos como el de la calle Narváez. Solo que los yumurinos tienen que integrarse, cooperar para que no sea una intención de la Dirección de Patrimonio, la Oficina del Historiador o el Gobierno. El ciudadano que la habita y disfruta debe sentirse un ente participativo en su gestión”.

En tanto, para Alicia Santana hay que desempolvar la conservación del patrimonio de visiones erróneas o tabúes, hay que entreverla como una acción hacia el futuro. “Conservar hoy, se trasluce en desarrollo o un paso superior y cualitativo en función de la calidad de vida de los habitantes de los centros históricos urbanos, y es ahí a donde tenemos que llegar”.

Para bien de los yumurinos amantes de su ciudad de entre ríos se avizoran nuevas alternativas en la protección de los bienes inmuebles. Y en lo adelante constan los retos o modos de cómo crecernos en eso de “ir por más” en aquello que heredamos y que bien puede convertirnos en inmensamente ricos o medianamente pobres.





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