martes, 22 de abril de 2014

Ni cien años…



Mi amor por la literatura se lo debo a novelas tan extraordinarias como Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera. Por eso me sentí muy triste ante la noticia de la muerte del Gabo y corrí a mi estante en busca de esos ejemplares y comencé a releerlos como una forma de rendir tributo a ese grande de las letras.
De nuevo comencé a vivir en ese mundo fantasioso y de realismo mágico propio de Macondo, donde Aureliano aconsejara para la desmemoria marcar cada cosa con su nombre respectivo. De seguro hubiese aprovechado para borrar del diccionario palabras tan dolorosas como la muerte.

Pero, la mala hora nos llega a todos y, con pesar, abrazó al Premio Nobel. No hay discursos ni palabras para llenar el vacío.

La obra de Gabriel García Márquez, el amigo de Cuba y de Fidel, estremeció al universo por su autenticidad e ingenio, por explorar caminos de la imaginación poco transitados e invitar al lector a sumergirse en un mundo fascinante lleno de personajes singulares.

Ya la soledad no tiene quien le escriba, ni el amor suspira igual sin su escritor. Y es que el amante del mejor oficio del mundo ha dicho adiós y ni cien ni mil años podrán borrar su impronta.

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