martes, 4 de septiembre de 2012

Estar bien quemado



El síndrome del Burnout es considerado una forma particular de estrés laboral, interpretado como una respuesta al estrés crónico con manifestaciones específicas. Estudios realizados en Cuba y Matanzas confirman que trabajadores de los sectores de la Salud, Educación y Deporte son los más afectados.
La primera vez que escuché hablar del síndrome del Burnout (proviene del anglicismo Burn out) me pareció que se trataba de una enfermedad grave, casi incurable, pues el nombre sonaba serio. Sin embargo, conocer que esta definición refería un tipo de estrés laboral solo vino a confirmar mis sospechas: es muy peligrosa, tan peligrosa como que depende de factores externos e internos difíciles de controlar.
El año 1974 marca el inicio de los estudios del Burnout, que significa literalmente “quemado”. Se le atribuye al estadounidense Herbert Freudenberger ser el primer autor que investigara el tema, a partir de su experiencia como psiquiatra voluntario en una clínica de Nueva York para toxicómanos. En su primer año de trabajo observó que la mayoría de los voluntarios sufrían una pérdida progresiva de energía hasta llegar al agotamiento. Freudenberger describió como estos voluntarios se volvían menos sensibles, poco comprensivos y hasta agresivos con los pacientes, al punto de prestarles un trato distanciado y cínico.
Desde ese descubrimiento muchos han sido los acercamientos a la problemática, y se reconoce la labor de Maslach y Jackson, por ser quienes ofrecieron una de las definiciones más aceptadas. Para estos autores el Burnout se configura como un síndrome tridimensional caracterizado por el agotamiento emocional (hace referencia a las sensaciones de sobreesfuerzo físico y emocional), despersonalización (supone el desarrollo de actitudes negativas de insensibilidad y respuestas cínicas hacia los receptores del servicio prestado) y baja realización personal (es la tendencia a evaluar el propio trabajo de forma negativa: los afectados se reprochan no haber alcanzado los objetivos propuestos).
Sin embargo, definir el Burnout no es sencillo dada la dificultad de conceptualizar un proceso tan complejo y por la similitud que guarda con otros constructos. Como consecuencia no existe un único modelo teórico que lo pueda explicar satisfactoriamente.
Es frecuente que el término decaiga en las imprecisiones y ambigüedades de ser comparado con el concepto de estrés. Sin embargo, como lo demuestra la siguiente tabla difieren en muchos aspectos:

Estrés
Síndrome del Burnout
Sobreimplicación en los problemas.
Falta de implicación.
Hiperactividad emocional.
Desgaste emocional.
Daño fisiológico es el fundamento principal.
El daño emocional es el fundamento principal.
Agotamiento o falta de energía física.
El agotamiento afecta a la motivación y energía física.
La depresión se produce como reacción a preservar las energías físicas.
La depresión es como una pérdida de ideales.
Puede tener efectos positivos en exposiciones moderadas (eustrés) [1]
Solo tiene efectos negativos.
Tabla1: Diferencias entre el estrés y el Burnout.


Fuente: Guía sobre el síndrome de quemado (Burnout). Madrid: s.n., 2006
En Cuba se han desarrollado algunos estudios sobre el Burnout en el sector de la Salud, entre los que se pueden citar el realizado en el Hospital General Calixto García en La Habana, que reportó que la quinta parte de los médicos estaban potencialmente afectados y el del Hospital Oncológico de la capital, donde se pudo apreciar que el 66% de los enfermeros estaban moderadamente afectados en la dimensión de despersonalización.
Otras esferas donde se han aplicado investigaciones de este tipo son la Educación y el Deporte. En Matanzas, en el año 2009 se realizó un estudio en los profesores de la Escuela de Hotelería y Turismo de Varadero (EHTV) como parte de una tesis en opción de Máster en Piscología Laboral y de las Organizaciones. Los resultados señalaron que las dimensiones agotamiento emocional y despersonalización son las que más tributan al Burnout en los sujetos analizados.
En la actualidad son escasos los estudios que se enfocan en definir una estrategia de intervención afín con el problema.  Entre las propuestas más interesantes se halla la de Freudenberger que insta a mejorar la comunicación dentro de la organización, tanto a nivel horizontal como vertical. El autor aboga por una mayor claridad en el desempeño laboral, un adecuado sistema de recompensas, una igualación de las expectativas potenciales y reales, lo que devendrá en una mayor satisfacción y mejoras en las condiciones de trabajo. En este sentido apunta a una mayor valoración de los procesos comunicativos que se producen al interior de la institución, con énfasis en la atención al público interno.
El estrés laboral es algo cotidiano. Buscar las herramientas apropiadas tanto a nivel personal como organizacional es un reto para la sociedad actual. No podemos quedar en el camino, debemos evitar “quemarnos” y tratar de ser eficientes y eficaces, de la mejor manera posible, en nuestro trabajo.

[1] Refiere situaciones y experiencias en las que el estrés tiene resultados positivos porque produce la adecuada estimulación y activación que permite a las personas obtener resultados satisfactorios.
 

Comparte esta entrada

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
;