Alguna vez alguien dijo que al repentista le va la
vida en su arte u oficio, en ese momento fugaz en el que se enfrenta ante el
rigor de las palabras, sus nudos y conexiones. Es, sin dudas, el instante de prueba
para los jóvenes y consagrados en la difícil carrera de conjugar poesía,
rapidez y cadencia.
A todas esas
exigencias, la tunera Liliana Rodríguez
Peña les parece sonreír, siempre desde su condición de fémina
participante de un género tradicionalmente liderado por los hombres.
Liliana parece
poseer el don o esencia de la improvisación, y de esta forma sale victoriosa de
sus presentaciones. Es esta la imagen que por estos días perdura entre los
limonareños, asiduos a la Casa Naborí, centro
promotor de la cultura campesina en Matanzas y organizador del Concurso Nacional de Jóvenes Improvisadores Francisco
Pereira, Chanchito.
A este acudió, y
no solo resultó la primera fémina concursante desde su creación en la década
del noventa, sino que también se alzó con el primer lugar y el premio de la
popularidad. Solo que la tunera no imaginaba llegar tan lejos en el mundo de la
interpretación. Era cierto, de niña se le notaba el talento, pero nunca
sospechó los resultados de hoy.
Desde el 2004 se
inició en el repentismo al integrarse a los talleres del Centro Iberoamericano de la Décima, los
que promueven y estimulan el género. “Comencé a improvisar en una aulita
pequeña de mi pueblo, allá en Puerto Padre”, apunta a medias ante los cumplidos
de los asistentes, amplios conocedores de la música y las tradiciones
campesinas cubanas. “Continué en mi empeño y ahora ya veo los frutos”.
—El público
limonareño ve algo especial en ti a la hora de enfrentarte al reto poético.
¿Qué de nuevo hay en Liliana?
—No sé si hay
algo en particular. En mí hay lo mismo que hay en todas las mujeres cubanas.
Solo pienso que el poeta se hace con el dolor y el amor.
—Ahora mismo
acabas de recibir dos premios por los que también optaban diez jóvenes
finalistas. ¿Inicias de esta forma un camino para las féminas improvisadoras en
el Chanchito Pereira?
—No creo que la
pregunta se ajuste únicamente al mundo del repentismo. Sin embargo, cuando se
habla de poesía no se hace desde la poesía de hombres o la de mujeres. La
poesía es una y la décima, por tanto, también. Ambos, hombres y mujeres,
tenemos la misma capacidad para sentir y decir.
Rodríguez Peña
calificó a los limonareños como un excelente público. Y ante la interrogante de
qué pasará en lo adelante con su aptitud poética, acotó que también escribe,
cultiva otros géneros literarios, aunque desconoce por qué extraña razón el
repentismo le llena el espíritu, “es algo que me sensibiliza totalmente”.
En la actualidad
labora como una de las especialistas de la Casa de Cultura de su ciudad, y estudia
simultáneamente la carrera de Ingeniería Industrial. “Algo inusual para un
poeta”, dice y sonríe.
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