“… y Fidel creyó en nosotros, en un grupo
de jóvenes y un viejo loco que estábamos durmiendo por aquí y por allá, para
levantar una idea, una acción artística en el territorio más atrasado de Cuba
antes de 1959, precisamente en el lugar donde vencimos a los mercenarios en
abril de 1961”
En el poblado cenaguero de Pálpite se
yergue la sede del Conjunto Artístico
Comunitario Korimakao, institución que durante 20 años se ha propuesto
llevarles a los lugareños un arte renovador, sin abandonar las esencias que
identifican a la Ciénaga
de Zapata y su gente.
Nació a partir de una propuesta del Comandante Faustino Pérez, al actor y
director Manuel Porto. Hoy, sus
dimensiones han desbordado aquella concepción inicial, y más que un proyecto,
aclara Porto, es una institución cultural enclavada en medio del humedal
matancero.
¿Satisface el
Korimakao las expectativas de aquel proyecto inicial?
—El Korimakao ha ido más allá, apunta
Porto, su director general. Faustino lo concibió como un movimiento artístico
regional, es decir, solo a nivel de ciénaga. Él tenía el criterio, por el cual
yo respondo desde mi condición de artista, de que un territorio no puede tener
un grado de desarrollo económico y social verdadero sin que la creación
artística juegue un papel importante.
Pensamos en un movimiento que llegase hasta
el Central Australia, y sin lugar a dudas, era un propósito abarcador, si lo
ubicamos en su contexto, en la propia década del noventa. Después, la vida nos
demostró que podía ir un poco más allá.
Aquí, en nuestra institución, encontramos a
los cenagueros pero también a jóvenes de todo el país, en quienes el sacrificio
resulta el primer llamado, la renuncia a…,
para que otros reciban lo mejor desde el punto de vista artístico y
humano.
En abril de 2001,
Fidel visita al Korimakao, entonces una pequeña nave…
—En abril de 2001 nada de esto existía. Al
visitarnos Fidel creyó en nuestro sueño, creyó en el sueño de Faustino y cómo
nos habíamos enamorado, y cómo creíamos y soñábamos que podía ir un poco más
allá. Creyó en nosotros, en un grupo de jóvenes y un viejo loco que estábamos
durmiendo por aquí y por allá, para levantar una idea, una acción artística en
el territorio más atrasado de Cuba antes de 1959, precisamente en el lugar
donde vencimos a los mercenarios en 1961.
¿Cómo debe ser el
Korimakao del futuro?
—Lo primero es que ya voy quedándole
pequeño, cada día se vuelve más grande y mi salud impone cuidados. Nada, el
Korimakao será como los jóvenes crean que deba ser el arte.
Solo les dejo premisas… mejorar el gusto, la apreciación de los seres
humanos, continuar en la búsqueda y evolución de las propuestas, y muy
particularmente crear en función del otro, no para satisfacción o goce de uno
mismo. Si logramos a través del arte sensibilizar sobre los problemas más
acuciantes para la humanidad, entonces el mundo será mejor.
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