lunes, 1 de octubre de 2012

El cubano de a pie...



Una gran odisea es el inicio del día, sobre todo de los lunes, para el trabajador o estudiante matancero que carece de un medio de transporte. Desde temprano las paradas se repletan de personas en espera de un ómnibus, y cuando, al fin, este aparece, se aplica la primera ley de sobrevivencia en la selva, la del más fuerte.

Los comentarios sobre la falta de educación y conciencia nunca faltan, a lo que se suma la típica frase, verídica por demás, de que los que ya montaron nunca recuerdan a los de abajo. Pero lo más triste es observar cómo las caras se giran para no ver a las embarazadas, ancianos, mujeres y niños pequeños, que deben reclamar su lugar, porque la caballerosidad es un principio que generalmente se pierde al subir a los ómnibus.
Si bien los cuentapropistas han devenido alternativa salvadora, un trabajador que recibe un salario promedio de 450 pesos no siempre puede apelar a esta alternativa.
En el caso del transporte intermunicipal la problemática se agrava, pues la Terminal, carente de las condiciones necesarias para la espera, tampoco ofrece muchas opciones para el traslado a los diferentes territorios.
La solidaridad de choferes con vehículos estatales podría contribuir a aliviar la situación, pero muchos de ellos ignoran a los inspectores populares o amarillos, y hacen caso omiso a las actuales necesidades del país y del cubano de a pie.
Si bien el parque de ómnibus de Matanzas es insuficiente ante la alta demanda existente, sería prudente evitar sumar a esta situación la falta de conciencia y de educación formal de algunos ciudadanos y conductores. De esta manera, el pertinente aprovechamiento y cuidado de los recursos facilitaría más posibilidades para quienes circulan con la incertidumbre de cuándo y cómo llegarán a su destino.

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