“Aquí, pueden acudir los muchachos de las
escuelas, sus círculos de interés, para conocer sobre el vapor porque a los
cubanos del futuro, estoy convencido, les fascinará tanto como a nosotros”,
aseveró Juan Morejón, cuando ya estaba a punto de echar andar su bicicleta.
Es cierto lo que dice Juan Morejón, antiguo
trabajador de la industria azucarera. “Los jóvenes de hoy desconocen el vapor”.
Solo que ellos, los operarios de antaño, de cuando todavía Cuba se movía al
ritmo y braveza de las locomotoras, están ahí para contar cuánto se disfrutaba
el momento.
“Conducir una diesel es como conducir un
carro tradicional, mueves aquí y dale para allá, pero con las de vapor todo era
diferente. Era todo un acontecimiento llegar a los bateyes, apunta Morejón desde
su bicicleta, a la entrada del central Jesús
Rabí de Calimete.
“Yo comencé a trabajar en la década del 70,
primero como fogonero y después como pailero, y sí estuve muchísimo tiempo en
la 1414.
“Fue la más fácil de operar y rápida de las
nuestras. Como éstas, señala a la 1414, situada a uno de los costados de la
guarapera del ingenio matancero, ya nada es igual, era, sin lugar a dudas, más
emocionante.”
Al lado derecho de Juan Morejón, una brigada
de mantenimiento del Jesús Rabí fija la locomotora de vapor 1414 en un raíl
inutilizado, a la entrada del coloso.
“Los trabajadores, sobretodo aquellos de más
edad, preguntaban por ella. Y ya ven, acota el director de la industria,
Alfredo Morejón, ahí está a punto de entrar nuevamente en el Rabí para
continuar la zafra.”
En tanto, los de mantenimiento con el
asesoramiento de Miguel Ángel Ramos, ex auxiliar del maquinista, fijan aquí, fijan allá y como
metal final deben pintar los ribetes y el resto de su estructura.
“A los 17 años subí por primera vez a una de
ellas, después llegaron las malas noches y el tizne por todas partes”, explica
Ramos. “Entonces había que fajarse de verdad, porque no era cosa fácil, había
que trabajar con determinados parámetros, y tanto las locomotoras como su
personal tenían su fama de cumplidores y ésta había que cuidarla, había que
llegar en tiempo y sin problemas.”
Ahora, cuando el visitante arribe al central
Jesús Rabí de Calimete, hoy uno de los más eficientes del país, encontrará a su
paso un homenaje a la 1414, su estructura intacta, lista para ilustrar aquellos
años.
“Aquí, pueden acudir los muchachos de las
escuelas, sus círculos de interés, para conocer sobre el vapor porque a los
cubanos del futuro, estoy convencido, les fascinará tanto como a nosotros”,
aseveró Juan Morejón, cuando ya estaba a punto de echar andar su bicicleta.
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