lunes, 19 de agosto de 2013

Un poco de nada


Dice mi amigo que las vacaciones lo agobian y solo el mar cura ese no sé qué de indefinible pesimismo nostálgico que acude a todos en los momentos menos oportunos. Dice mi amigo que la viejita que vende maní no sabe quién es ese tal feibu y sigue su paso.

Yo termino de leer su post y me quedo pensativa. Me asomo en la puerta y descubro que mis vacaciones pasaron y no me di cuenta, que a veces huyo de la realidad, de la cotidiana y la virtual, que leo ese libro que me deja absorta porque no quiero pensar, que evito escribir para no arrojar sobre la pantalla tantas emociones encontradas y perdidas que deambulan en mi cabeza, noche y día, sin encontrar amparo.
Sigo vomitando letras y me percato que mis oraciones no son simples, que utilizo gerundios y muchas subordinadas, pienso que a quién le importa, que existen problemas más graves que los errores gramaticales y me animo a seguir.
Mi mamá me grita, me manda a fregar, dice que no salgo del cuarto. Le digo que estoy trabajando y me deja tranquila. Suspiro, y me siento culpable y vaga.
Mis vecinos ni saben que soy periodista, solo la manicuri, ella sí lo sabe todo. Cada semana mientras me arreglo las uñas me entero de lo que pasa en el barrio… los tarros, los escándalos, lo que va a pasar en la novela, lo que vino a la carnicería… y eso que mi barrio es tranquilo.
Hoy es viernes y adoro los viernes, pero me siento triste y no sé por qué, quiero hablar de cualquier cosa con alguna amiga y recuerdo que todas están en el exterior. Vuelvo a suspirar.
Estoy despierta desde las cinco de la madrugada, quizás cuando me duerma sueñe con esa playa que, a ti, mi amigo tanto te relaja.

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