Quiero pensar que mi soledad es hermosa en todos los sentidos, y que
esa sensación que me oprime el pecho, y me arrebata las lágrimas en las noches más
oscuras, tan solo constituye una etapa. No sé si realmente me duele la ausencia
del amor desinteresado y fiel, o es la cama vacía la que me aflige o la ilusoria
caricia la que me falta. Me duele, no lo niego, y soy feliz cuando no pienso;
pero ese beso que me despierta, esas manos que me abrazan y no existen, me hacen
sentir que escasea el aire y que puede que moribunda algún día me encuentren.
Ya no pienso en príncipes azules ni en adjetivos ideales, ya no
construyo sueños de mis esperanzas, pero ¡ay!, tu inevitable sombra no la
encuentro y dudo de tu existencia. Yo sé que aún soy joven y esperas porque te
gusta ver cómo me equivoco; te encanta la sangre que corre por mi frente de los
constantes golpes que me hago con las tantas piedras ásperas y duras con las que
choco.
No sé si me canse o me dé por vencida en algún momento, espero evitar
tal derrota, pues anhelo ser fuerte para sonreír cuando te encuentre. Pero si me
hallas y me ves triste, no te preocupes, sanaré con tus besos y reconstruiré mi
sonrisa con cada elogio que me regales.
Soy frágil, obstinadamente inquieta y me encanta revolotear en busca
de aventuras. Por eso te pido no te asustes si cuando llegues no sepan decirte
dónde estoy, espérame, yo sabré que has llegado y regresaré a tu encuentro.
Ahora, tengo que dejarte, la
soledad me llama, un pacto con ella firmé sin saberlo en alguna noche de
desvelo, y ahora viene en mi busca porque me necesita como yo necesité de ella.
No obstante, recuerda que el reloj avanza y mi ilusión se desvanece como la
niebla de la mañana. Ya yo estoy aquí, y tú ¿dónde estás?
1 comentario:
Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso, ¡qué soledad errante hasta tu compañía!
Publicar un comentario