Por: Jenny Hernández
El periodismo digital abre las
posibilidades de realización al profesional cubano, y más si es de provincia,
esa escala humana o periodística que a veces se imagina en otra galaxia de la Cuba de hoy. Pero, ¿existe
una estrategia de comunicación real y certera para los sitios provinciales?
Cuando llegué al periodismo
imaginé encontrar una fuente inagotable de realización en el medio digital del
telecentro donde me iniciaba como reportera. En aquel entonces tenía cientos de
historias y palabras acumuladas, difíciles de situar tan solo en un minuto y
medio a lo sume tres, tal como exigen los manuales televisivos y el lapso
exiguo de nuestro noticiero provincial.
Pero mis ansias quedaron
paralizadas, cuando una de las componedoras web, por definirla así, sugirió
cambiar el título de uno de mis trabajos porque de la otra forma “se veía más
bonito”.
Con calma, mucha calma intenté
explicar que en aquel caso lo importante eran las palabras, el sentido
periodístico… Al pasar los años, y después de coger unos cuantos costalazos por
eso de hacer valer mis ideas en medio de un soporte aún por explorar y con
infinitas posibilidades, descubrí que ni yo estaba tan en lo cierto, ni aquella
persona procedente del universo de la informática, estaba tan errada como
suponía entonces.
Más bien, al pasar los años he
descubierto que los medios, nuestros medios, en su mayoría carecen de
estrategias de trabajos definidas o por lo menos consensuadas entre
informáticos, creadores web y los tan necesarios PERIODISTAS, brecha que cada
vez limita las realizaciones en esa recóndita galaxia que algunos llaman
“periodismo de provincia”.
Por ello escribo ahora, escribo
después de escuchar la tan acertada intervención del experimentado reportero
Roberto Pérez Betancourt en la
Asamblea de la Unión de Periodistas de Cuba en Matanzas, con
vista a su noveno Congreso, para lo
cual se revisa y expone tras un ejercicio periodísticos de estos tiempos, capaz
de dejar atrás los males que aquejan el entorno creativo y profesional.
Dijo Pérez Betancourt que hemos
olvidado prácticas como lo fue el hecho de marcar la entrega en las primeras
horas de las jornadas, porque “en ocasiones nuestros medios se actualizan a
deshora, sin puntualizarse los husos de horarios de los principales segmentos de
internautas que nos visitan”.
Se refiere al “periodismo
matutino” con vista a la tan necesaria instantaneidad de la noticia, y no por
ello, aclara, debe actualizarse una vez al día, debe hacerse según lo requiera
el contexto informativo.
Porque para nadie es un secreto
que las ¿redacciones digitales? – si es que existen en los medios de esta otra
galaxia, donde se replica en parte los textos del formato tradicional-- se
conforman con profesionales de formaciones diversas que, salvando empeños que
de manera coherente han marcado un estilo y modo de hacer, copian y pegan de
las principales rutas noticiosas, sin aprovechar al máximo las posibilidades
comunicativas del soporte y sin inquietar la premura con que debe publicarse
los eventos autóctonos del territorio.
Hoy se habla de las tan famosas
redacciones integradas, y en parte también nos hemos sumado a la frase, solo
que nos ha faltado conocimientos, voluntad, seguimiento y creatividad para
minimizar limitaciones y consolidar intereses colectivos.
La realidad continúa aquí, la
obsolescencia y dificultades técnicas son extremadamente palpables; la no
retribución del personal periodístico en funciones del texto hipermedia
desestimula la producción; la migración del personal especializado a oficios
más atractivos empobrece los empeños; los montos presupuestados ponen cueto a
los sueños; y quizás por ello, hablamos ya con cierta rutina de problemáticas
inaceptables como lo es las plantillas incompletas o desajustadas vinculadas a
la web.
Es evidente urge una estrategia
comunicativa para nuestros medios digitales, o tan solo, como alguien cercano
sugirió a los reporteros: “poner atención a la página, asumirla también como
parte de nuestro entorno profesional”.
Soy de los que creen en los
profesionales, no importa de dónde vengan sino qué pueden y quieran aportar en
pos de un producto comunicativo depurado. Solo que para lograrlo deben convivir
intereses colegiados y confrontados con los hacedores de la noticia.
Claro, también resta la baja
conectividad de los profesionales. Otro de los aspectos que entorpece en el
dinamismo de los flujos informativos, aunque los logros en el ciberespacio de
esta ogra galaxia en la Cuba
de hoy, los de provincia, serían más evidentes si le ponemos ganas de una buena
vez al periodismo digital, no como faena de algunos soñadores y entusiastas
sino de todos.
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